Cuando uno llega a San Francisco, como en cualquier otra ciudad que atrae al turismo, hay varias visitas «obligadas». Muchas veces el turista es enemigo acérrimo de tales atracciones, quizás por las aglomeraciones o por que va en busca de la verdadera esencia del lugar. En cualquier caso, siempre surge el momento oportuno para cumplir con la obligación. La visita de unos amigos que quieren conocer la ciudad siempre obliga.

Ahora la isla de Alcatraz es parte de la red de parques nacionales de Estados Unidos pero en su día la prisión, que lleva el mismo nombre de la isla en la que se encuentra, cumplió su penosa función durante tres décadas y acabó por convertirse en, seguramente, la más famosa cárcel del planeta. Hollywood, no está de más decirlo, ayudo a ello enormemente: Clint Eastwood o Bart Lancaster fueron dos de sus prestigiosos aunque irreales visitantes. El otro glamour quedó para Al Capone o para George «Metralleta» Kelly, junto con Robert Stroud, el «Hombre de los pájaros» los reclusos más recordados de La Roca. Capone pasó cuatro años en la isla, de 1934 a 1938, y llegó a saborear la experiencia de lo que era estar en la celda de aislamiento tras una pelea con otro interno.

La visita guiada -con audio- nos introduce en un minúsculo espacio en el que cuesta pensar que pudiesen llegar a vivir seres humanos. Pocas galerías y pocas celdas que ocuparon poco menos de dos mil presos. Particularmente interesante es el relato de los dos intentos de huída más famosos de la prisión ¿Llegaron a cumplir su sueño o murieron ahogados los tres únicos hombres que llegaron a escapar de la prisión?

Y al final de la visita: la inevitable tienda de souvenirs. A uno le quedaron ganas de comprar una de las tazas metálicas con las que los presos metían bulla en la celda.

by sigma.

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