En la tierra en la que todo se hace a lo grande la celebración más grande del año es… muy grande, excesiva. Desde hace un mes los centros de las ciudades se abarrotan a todas horas de avidos consumidores en búsqueda de regalos navideños. Para consuelo del hispano de a pie, los gringos también dejan las compras para última hora.

A uno le alegra saber que aquí los Reyes Magos tienen también sus seguidores. Uno pensaba que Estados Unidos era campo abonado para el gordinflón de la bata roja y blanca -espero que no tome represalias contra mí- pero… hay emigrantes mexicanos que han conservado también esa parte de su herencia cultural. Eso sí, todavía no me he encontrado a ningún reclamo comercial vestido como sus majestades. Será cuestión de darse una vuelta por los barrios latinos el día seis de enero ¡Melchor al poder!

Otra tradición que sigue al alza -y lo que te rondaré morena- es la de tener un árbol de los de verdad, nada de abetos de plástico: la concienciación ecologística no llega a esos extremos ¡Vivan los… viveros de abetos! Para ellos agosto es diciembre. Hummm buena idea para comenzar una start-up, aunque sea en pleno Silicon Valley donde le buscarían el enchufe al abeto.

Y mientras pensamos en cómo hacernos ricos, en la televisión las estrellas de la NBA  aparecen repartiendo regalos a los niños más desfavorecidos, los canales de cine nos atiborran a películas navideñas, mi mujer me recuerda que «Happy Chrismas» es inglés británico y aquí se dice, en cambio, «Merry Christmas». Y yo… he dejado las compras de Navidad para última hora y aquí no hay algo parecido a El Corte Inglés.

by brungrrl

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