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Alaska fue adquirida a Rusia allá por 1867 (un caso similar a cuando el recién creado país compró La Florida a España). Su nombre lo debe, por tanto, a los colonizadores rusos. No sería hasta la decada de los cincuenta del siglo pasado cuando pasaría a integrarse en como un estado más dentro de los Estados Unidos.

El clima de Alaska está determinado por su cercanía al Mar de Bering y al Golfo de Alaska y alcanza niveles de frío extremo tierra adentro. Dan ganas de ponerse el abrigo solo de pensarlo.

El mayor tesoro de Alaska es su riqueza natural que permite explotar esa imagen de tierra prácticamente virgen en mucha parte de su territorio. Por contra, la mayor fuente de ingresos económicos la supone la extracción de petróleo. El cómo se puede combinar ambos conceptos es uno de las principales fuentes de tensión a nivel político en la zona. Todavía queda en el recuerdo el accidente del Exxon Valdez y las desastrosas consecuencias medioambientales que tuvo.

Fue a finales del siglo XIX cuando llegó la primera oleada real de inmigrantes atraídos por la fiebre del oro. A pesar de ello posee la menor densidad de población de todo el país, además este territorio inhóspito tiene el mayor porcentaje de población indígena de todos los Estados Unidos.

Al que le queden ganas de darse un paseo por Alaska lo puede hacer cómodamente visionando uno de los últimos éxitos de taquilla: Into the wild.

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